Tras la actividad en Cantón La Cruz, hemos regresado a Chicacao, donde se nos ha unido Mariana, la hija de Olga. Durante el almuerzo, Olga y su hija nos han hecho dos presentes: una bufanda para Jesús, y un pañito de cocina con un añadido de ganchillo para poderlo colgar y que había hecho Mariana. Nos hemos quedado sin palabras ya que no lo esperábamos, y su amabilidad y generosidad no deja de sorprendernos.
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Olga y su hija Mariana |
La única forma de compensarles ha sido comprando en el mercado dos docenas de rambotán (una fruta de color rosa con pelitos) y compartiéndola con todos ellos. En cuanto a la textura de la pulpa y a su forma de pelarla es muy parecida a los lichis, sólo que de tamaño más grande. Ellos llaman a esta fruta "huevos de gringo"....
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Rambotán o "huevos de gringo" y su semilla |
De nuevo hemos cogido un busito para llegar hasta la comunidad de Alejandría, en plena montaña. Impresionante ver al conductor manejar por aquellos caminos de piedras llenos de baches y agujeros a la vez que hablaba por el móvil… Sin comentarios.
El paisaje de Alejandría era realmente impresionante. El grupo de mujeres y de niños que nos estaban esperando era numerosísimo.
Cualquier acontecimiento lo reciben con gran algarabía y expectación. También contábamos con la presencia de tres hombres que habían participado en el proceso de alfabetización. Hemos tenido la reunión junto a una de las iglesias. Aquí la mayoría de las mujeres hablan en dialecto, pero también nos entienden cuando hablamos nosotros. La mala suerte ha sido que, más o menos a la misma hora, estaba convocada otra reunión de un partido político, por lo que la asistencia hubiera sido más numerosa, y la reunión más tranquila.
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Grupo de mujeres y hombres de Alejandría |
Al terminar un cielo negro y varios truenos anunciaban la llegada de una tormenta inminente. Hemos esperado en la carretera al busito que nos llevaría de nuevo hasta Chicacao.
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Aviso de tormenta inminente en las montañas de Alejandría |
Ha sido subir a la furgoneta y comenzar a llover, primero suave y después como si fuera el diluvio universal. El busito recogía a todas las personas que encontraba en el camino, creemos que habrán llegado a subir unas 25 personas… Pero…. ¿quién las dejaba en el camino con la lluvia arreciando y empapadas hasta los huesos??? En uno de los tramos en los que el camino está empedrado, nuestro amigo conductor se ha puesto a adelantar a otra furgoneta. Os aseguramos que la visibilidad era NULA por la cortina de agua que caía y que muchos de los vehículos circulan sin luces… pero daba igual…. Ahí que se ha lanzado porque quería recorrer el trayecto que le quedaba en cinco minutos… Vamos, una temeridad.
De nuevo en Chicacao hemos tenido que coger otra furgoneta que por fin nos ha llevado hasta el hotelito. En este momento, ya la lluvia caía suave y apenas chispeaba.
En fin, que el día de hoy ha sido muy enriquecedor: por las dos reuniones que hemos mantenido, porque hemos conocido a Olga y a su hija, por comprobar de nuevo la generosidad de la gente que tiene tan pocos recursos pero te ofrecen lo poco que tienen, por los niños, por los colores, por los paisajes salvajes de la montaña y la furia de la lluvia, por los caminos de piedras y los conductores temerarios… Por todas las sorpresas que te depara este país y su gente.
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Anciana maya de la comunidad de Alejandría |